Medicina Natural Integral


Centro de Terapias Biológicas y Naturales



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Articulos

Lo que no se dice de la celiaquía. El niño celíaco

Introducción



La enfermedad celíaca es una intolerancia a las proteínas del gluten que contienen el trigo, la cebada y el centeno, a la cual hasta el momento no se le ha encontrado cura. El intestino delgado de los afectados se inflama, produciéndose una atrofia de la mucosa intestinal con consecuencias que afectan a todo el organismo y que en cada persona se manifiestan de manera diferente. Esta enfermedad afecta a muchas más personas de las que están diagnosticadas, puesto que resulta a veces complicado diagnosticarla.



Los errores que se cometen



Son muchos los errores que se cometen con estos enfermos y en ocasiones los padres y familiares cometen el primer gran error: no advertir la enfermedad. La celiaquía es generalmente mas evidente en los niños, donde los síntomas como heces blandas o diarreicas, el cansancio, falta de energía y vitalidad, el parón en el crecimiento y el retaso en la dentición deberían alertar a los padres. El mismo cansancio y la inflamación del intestino, produce alteraciones de la conducta, como irritabilidad, mala concentración, depresión y ansiedad que en ocasiones son muy evidentes, sin embargo hay veces que incluso mostrando el niño todos los síntomas al mismo tiempo, estos pasan desapercibidos o no se les da la importancia que se merecen, pensando erróneamente que “el niño es así”.



Complicaciones en el diagnóstico



El diagnóstico es complicado en las ocasiones en los que los anticuerpos que se piden en sangre dan negativos (anti-gliadina, anti-transglutaminasa tisular, anti-endomisio), puesto que se han de volver a repetir para ver si los IgG son positivos. Hemos encontrado casos en los que los anticuerpos IgA e IgG son negativos, con la IgA sérica total dentro de los rangos normales, y con un cuadro sintomático claro de una celiaquía, que responden a la dieta estricta sin gluten con éxito. Esta dificultad a la hora de diagnosticar, puede demorar el diagnóstico más de 6 meses, entre la primera visita al pediatra y finalmente la visita con el especialista y la obtención de los resultados de la biopsia. Todo este tiempo, que no es poco, el niño afectado y sus padres tendrán que convivir con la desnutrición del niño debido a su cuadro de malabsorción intestinal, sabiendo que todo lo que come, no solo le hace enfermar, sino que además no lo aprovecha.



Lo que no se sabe o no se dice



Cuando un intestino se inflama (sea cual fuera la causa), se vuelve permeable. Esto significa que se vuelve poroso y filtra sustancias tóxicas que no deberían entrar en sangre. La carga tóxica que entra en el cuerpo es mayor, y deberá ser eliminada por el hígado, obligando a este a trabajar más, sobrecargándolo. Además de sustancias tóxicas atraviesan la mucosa intestinal moléculas llamadas neuropéptidos, que son proteínas que el sistema nervioso interpreta como neuropéptido y que son los causantes de las alteraciones de la conducta. Se estima que a los tres meses de seguir la dieta estricta los síntomas mejoran y que a los dos años los cilios intestinales se han regenerado totalmente (esto si uno consigue llevar a cabo la a veces imposible misión de hacer la dieta estricta y no tomar trazas de gluten ni alimentos contaminados).Esto sucede dejando al cuerpo por si mismo la ardua tarea de regenerar un tejido atrofiado, sin embargo el tratamiento alternativo que hacemos en consulta acelera este proceso de regeneración, sin necesidad de tener que esperar tanto, sino acortando el tiempo a 4-6 meses. El tratamiento de mantenimiento resulta luego muy importante, pues como es bien sabido, los niños celíacos no alcanzan una estatura demasiado alta, debida al leve, pero continuo freno en el crecimiento, aún haciendo la dieta, debido a inflamaciones subclínicas del intestino causado por contaminación cruzada de gluten incluso debido al gluten contenido en aquellos alimentos que garantizan estar exentos. Esto se puede evitar, ayudando al intestino a recuperarse antes y a no inflamarse tanto ayudándose con el tratamiento de naturopatía. Resulta muy interesante en estos casos, en los que el intestino presenta un grado de inflamación y permeabilidad, hacer tests de intolerancias alimentárias, para valorar si se tienen alergias de tipo IgG con ciertos alimentos, que causan inflamaciones crónicas del intestino.



Las deficiencias vitamínicas



En la celiaquía hay una malabsorción de vitaminas liposolubles y ácidos grasos, imprescindibles para el desarrollo sano del niño. Las vitaminas A, E y K y los aceites esenciales no se absorben correctamente produciendo carencias. Podemos observar los efectos secundarios de estas carencias en los niños. La falta de vitamina A, por ejemplo, produce ceguera nocturna podremos observar que el niño no ve bien en la oscuridad, lo cual le puede causar miedo e inseguridad a permanecer solo en sitios oscuros. La deficiencia de vitamina K a veces en los niños se manifiesta con epistaxis (sangrados) frecuentes por la nariz o una fácil formación de hematomas. La deficiencia de omega 3, 6 y 9 favorecerá la tendencia inflamatoria, ya no solo del intestino, sino en general de todos los tejidos, debilitando también el sistema inmunitario, lo cual repercutirá en la salud del enfermo a la larga, especialmente en la adolescencia y en la adultez.

En el enfermo celíaco habrá sin lugar a dudas una pobre flora bacteriana intestinal, que ha de ser repoblada periódicamente para subir las defensas y la resistencia del organismo a infecciones y al estrés y para tratar la inflamación del vientre debido a la formación de gases. La suplementación con el bacilus GG aumenta la secreción de IgA, según las investigaciones (1), tratamiento muy interesante para aquellos niños que presenten una disminución selectiva de IgA y por tanto un sistema inmunitario inmaduro y deficiente. El bifidobacterium longum en experimentación con ratones también se ha mostrado muy efectiva



Aumento de la secreción de IgG tras suplementación con prebióticos específicos de RAUTAVA Samuli (1) ; ARVILOMMI Heikki (2) ; ISOLAURI Erika (1) Department of Pediatrics, University of Turku, 20520 Turku, FINLANDE



Autora: Katia Dolle